Otra reflexión más sobre la adquisición de Github por parte de Microsoft

Pablo Martín
Diario de un Hacker Cívico
5 min readJun 10, 2018

--

Me levanto este pasado lunes 4 de junio por la mañana y me encuentro este cartelito tan mono e imperceptible (en su contenido) en la web de Github, como si 50 píxeles de altura pudieran contener todo lo que estaba pasando. Normalmente, en la era actual, a las grandes noticias se le suele dar poca relevancia para que no salte la liebre. Eso creo que fue más o menos lo que pasó o lo que quisieron que pasara. Que todo (parezca que) siga igual.

Ya había leído la noticia de The Verge la noche anterior gracias a un enlace en Twitter de un colega y me sorprendió. Es cierto que no estoy demasiado actualizado por las noticias de los medios de comunicación tecnológicos pero algo si que me llega y no me había percatado de lo que estaba pasando. Pero para que ciertas reflexiones que quería compartir con vosotros tengan sentido no me puedo quedar en el acontecimiento de esta semana sino que tengo que regresar al pasado.

Empecé los estudios de informática allá por el 2000. En la carrera no toqué ningún sistema de control de versiones de código. Culpa mía, culpa del profesorado, culpa del sistema educativo, culpa de las amistades que tenía por esa época y de mis círculos de influencia. No lo sé. Pero hasta el 2007 no toqué Subversion. Cuando lo descrubrí me alegré de no haberlo conocido antes. No me parecía natural. ¿Un sistema de control de versiones de código centralizado? Los pensamientos acerca de los diferentes conflictos de código me inundaban la cabeza. Luego me llevé bastante tiempo currando en proyectos de laboratorio, yo solo encerrado en la cueva. Creía que no necesitaba ningún sistema de control de versiones, ni para gestionar los cambios ni al menos para hacer backups del código. Total, era yo contra mi mismo. No estaba en lo cierto.

En 2010 cambié de empresa. Entré en Enreda y en ese momento estábamos intentando implementar en el día a día de la cooperativa un sistema de gestión de código. Dos sedes, algunos días de trabajo remoto y un equipo no muy grande pero suficiente. Elegimos Git. El tener un sistema de versionado distribuído nos parecía tan natural que no sabíamos cómo no había existido antes (con mis disculpas a Mercurial yotros pero no los llegué a conocer antes).

En esa época en Enreda éramos bastante autónomos por lo que nos montamos nuestro propio servidor de Git (git.enreda.coop) con una interfaz web basada en Gitweb, todo en nuestro propio servidor. Luego descubrimos que tampoco aportaba mucho dicha interfaz (era algo espartana) por lo que la abandonamos y nos olvidamos de consultar nuestros repositorios de Git en la web hasta que apareció Github.

Me creé mi cuenta en la plataforma en 2011 y para mi en ese momento todo era Github. Estaba todo tan bien hecho y con tanto gusto que mi cerebro hizo una asimilación de que no podía existir la tecnología sin la herramienta, de que no tenía sentido Git sin Github. Creo que me habían conquistado. Encima sacaron este vídeo:

El rollo estaba claro: gente muy potente haciendo cosas muy potentes. Todo funcionaba bien. Los repos de código, las issues, todo bien documentado, sus wikis, los comentarios a los commits, los pull request. Y la(s) comunidad(es) lo asumieron y lo asimilaron como propio. Estábamos todos y todos teníamos ahí nuestros proyectos. Era como el bar donde íbamos todos y en el que todos confiábamos. Mi fiebre llegó hasta tal punto de que estuve buscando la forma de adoptar un Octocat.

El código libre/abierto era de todos y todos podían aprovecharse de él y contribuir a él. Eso, guste o no, era lo bello. Y, como no, llegó Microsoft (lo comentaba aquí). En 2016, 16mil empleados como usuarios de la plataforma contribuyendo en sus proyectos alzaron a la empresa de Windows a ser el mayor contribuidor de código abierto de Github. Y aunque el bar estaba abierto para todos, parece ser que el bar ya era (casi) de ellos. Aun no sonaba su música, pero sonaría. Aún no se vendían sus cervezas, pero se venderían.

Un terrible concepto: CRECER

No llego a entender cómo crecer es siempre visto como algo positivo. Y que toda la actividad empresarial se oriente a eso. Desde esa premisa, lo que ha pasado con Github y Microsoft es natural. O al menos así se ve desde el planteamiento economicista capitalista actual.

Como siempre (y eso os aseguro de que no lo elijo) yo voy en la otra dirección. No tanto desear el decrecer sino explorar otros escenarios hasta encontrar el término perfecto entre lo que haces y lo que puede tu organización absorber; cuál es el tamaño perfecto, teniendo en cuenta la ideología, la ética, los ecosistemas, las personas, los objetivos y sus comunidades. Algo así como hace la empresa Patagonia. Os animo a leer su historia.

Build the best product, cause no unnecessary harm, use business to inspire and implement solutions to the environmental crisis.

— Patagonia’s Mission Statement

Y ahora, ¿qué hacemos?

Y ahora que el bar ha cambiado de dueño, ¿a qué bar nos vamos? ¿Seguimos en este por cómo nos sirven las chelas o por su decoración minimalista y cuidada, o mejor nos vamos a otro más de pueblo, cercano, con el camarero de siempre, con la cocina de toda la vida, con su tradición? Nunca fue nuestro pero nos sentíamos parte de él. En esa reflexión nos encontramos algunos (muchos) y en esta semana no son pocas las veces que he(mos) mantenido dichas conversaciones.

Deseo que nada cambie pero creo que todo va a cambiar. Aun así, está en nosotros como comunidad global tomar partido y posición en todo esto. Es lo único que nos queda. Mientras tanto, algo de humor que si no reviento…

Imagen compartida en el grupo de Telegram Programmer Jokes

--

--

Hacker Cívico | En @CIECODE, detrás de #PoliticalWatch | #opendata #civictech #data4dev