Fin de ciclo en Sevilla

Pablo Martín
Diario de un Hacker Cívico
8 min readFeb 21, 2017

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ilustra Estudio Papagallo

Cuando era joven solía venir a Sevilla, aunque no tanto como me hubiese gustado. En aquella época yo patinaba y Sevilla tenía un Skate Park. Un poco más adelante empecé a rapear y creo que no es necesario hablar de la escena hispalense en el panorama hip hop nacional. También la cercanía de mi pueblo a la capital andaluza me invitaba a pasar días enteros simplemente visitando tiendas de ropa underground con pocas posibilidades de comprar casi nada. Pero era sólo el hecho de descubrir tendencias. Luego llegabas a casa y con lo que tenías montabas lo que habías visto. En un curso de subculturas urbanas de la Fundación de los Comunes descubrí que eso se venía a llamar algo así como la “moda del bricolaje”. Eran los 90s y casi nada estaba globalizado aun.

Estos días se cumple aproximadamente 6 años y medio desde que pisé Sevilla sin ninguna intención de las anteriores sino con el interés de habitar la ciudad y desarrollarme profesionalmente en ella. He ido muy pocas veces al Skate Park, a pocos conciertos de rap y a casi ninguna tienda. No sé si es la edad, los cambios de tendencia o la suerte de tenerlo tan cerca pero así ha sido.

Y en estos días me dispongo a cerrar una etapa en la capital del calor, aquella en la que su centro está a la izquierda pero la mayor parte de la población vive en la derecha. Me voy de ella pero me quedo en el Sur.

Cuando llegué a Sevilla no sabía ni que existía el cooperativismo de trabajo y me voy siendo un experto

Venía de un pueblo en el que la mayoría del movimiento cooperativo estaba ligado al Partido Comunista y como militante que fui del Partido lo había vivido desde siempre. Pero mi pueblo era y es de campiña, por lo que todo miraba al campo.

Sí que teníamos una cooperativa de consumo, antes de los mercadonas y sus secuaces, pero nada sabía de cooperativizar el trabajo. Y yo voy y me vengo a Sevilla para trabajar en una cooperativa de trabajo llamada Enreda. Por ella han pasado todo tipo de vacas, gordas y flacas, y todo tipo de proyectos. Y en ella, como algunos ya sabrán, continúo. Ahora no sólo como trabajador sino como socio de la misma. Un proyecto en la mayoría de los casos muy ilusionante pero duro, muy duro.

Grandes proyectos hemos y estamos realizando en ella. Algunos ejemplos son: LaCentral.coop, ConilHospeda.com, Tipi Ciudadano o Poletika.

Intervención en el Congreso de Cooperativas de Trabajo de Andalucía

Cuando llegué a Sevilla no existían los coworkings y me voy siendo un experto

Porque alguno he habitado ya. Con sus sofás bonitos, sus diseños en las paredes. Su máquina de café y sus cápsulas. Y un enjambre imponente de emprendedores queriendo todos picar lo antes posible en la primera flor que se les presente.

He conocido a gente excepcional y a otra más mediocre (desde un punto de vista humanista). He vivido de todo en ellos: momentos muy buenos y un poco de desilusión al creer que las cosas se podían hacer de otra forma. Cierto es que en Sevilla, y en otros sitios, cuando hablamos de espacios de trabajo compartido se mezcla por un lado el ahorro y la repartición de costes y por otro la filosofía que los envuelve, que no debería ser otra que la construcción colectiva y la convivencia. Por ello, en la mayoría de los casos, es mejor centrar dichas comunidades en la generosidad y no tanto en el talento (aunque algo de él siempre viene genial).

Bonus link

No soy yo pero quédense con el mensaje final del vídeo

Cuando llegué a Sevilla no sabía ni que existía la transparencia y me voy siendo un experto

Qué años! Hace nada nadie hablaba de transparencia. No sé si es porque no hacía falta o porque se daba por hecho de que las democracias debían ser transparentes por naturaleza. Y ahora todos son consultores en la materia y el término se incluye hasta en los ingredientes de la bollería industrial.

Llegué al mundo de la transparencia y , por ende, al de la participación ciudadana (lo que viene siendo el Gobierno Abierto) desde la reutilización. Vi por 2011 que en torno al #OpenData había un potencial tremendo a la hora de construir aplicaciones realmente útiles para la ciudadanía. Luego de ahí fuimos ampliando el espectro cuando empezamos a trabajar la propuesta del grupo Open Data Sevilla y todo lo que vino después como Openkratio. Grandes congresos, acciones hacktivistas, proyectos de hacking cívico, participaciones institucionales, planes de cómo implementar una democracia digital y un sinfín de cosas más, todo en torno a una lista de distribución en donde los debates se sucedían. Grandes tiempos.

Ahora casi todo es ley, pero es una ley de mínimos. Las ilusiones se truncan. El sistema sabe hacerlo. Son muchos años de perfeccionamiento de la maquinaria de poder. Solo nos queda el recuerdo y la esperanza de que todo mejore y un poco de fuerzas para seguir insistiendo. ¿Cómo decirle a una institución que es transparente por ley que no tiene ni la más remota idea de lo que dice o lo que cree? Pues en esas andamos. La institucionalización de las cosas. Pero eso sí, la conquista, aunque pequeña, fue de todas. Y tendría muchos nombres que dar. algún día los daré.

Intervención en #MunicipiosEnTransición

Cuando llegué a Sevilla nunca había participado en los eventos de comunidades de software y me voy siendo un experto

Puedo empezar por los BetaBeers pasando por todo aquello que acabara en Beers con un vocablo precediéndolo. Puedo nombrar los SevillaJS, los Python Sevilla, los MongoDB User Group o los JUG o los GDG (a los que nunca fui porque no me dio la gana). Ah! y los Drupal Sevilla. Son un despropósito. Cientos de grupos con cientos de personas repartidas por cientos de tecnologías, todas ellas más o menos interesantes.

En esos espacios he conocido y compartido experiencias con gente realmente alucinante. Chapó a todo aquel que organiza o asiste o apoya un evento de estas características. Es lo que nos queda. Más allá de ello sólo están las granjas de pollos, las cárnicas o las granjas de pollos con futbolines. Los eventos de comunidad son nuestros espacios, nuestros clubs de alcohólicos anónimos. Que nadie se aproveche de ellos.

Imagen corporativa del Betabeers Sevilla

Cuando llegué a Sevilla no sabía qué era una startup y me voy siendo un experto

No quería dejar pasar la oportunidad de criticar este tipo de empresas, no por lo extremadamente mediático de su naturaleza sino por lo lamentable de sus lógicas empresariales. Algo así como “a ver quién engorda la vaca lo antes posible para venderla bien hermosa y justo antes de que reviente por obesa”. Una lástima porque detrás de ellas hay ideas realmente disruptivas, ilusionantes, que se funden con el trabajo diario y las teatrales rondas de inversión metidos todos en un ascensor.

Por dos de ellas he pasado en los últimos años. No tengo nada que reprocharles a ninguna de ellas. Lo que me molesta es el sistema y su ecosistema.

No creo que sea la pieza que encontraba pero se puede acerca en ciertas cosas

Cuando llegué a Sevilla no sabía qué era un Hacker Space y me voy siendo todo un experto

Lo primero que descubrí al llegar a Sevilla fueron diversas centros sociales ocupados autogestionados, cosa impensable de donde yo venía. En torno a ellos diversos movimientos de liberación y de recuperación de soberanías robadas. Y uno de ellos los colectivos hackers. Entre ellos, Hackarena(en el recuerdo), Hackandalus y luego el HackerSpace de Sevilla. Llegamos a pasar por bares, por la Mirada Rota, por la Torre Encendida de Radiópolis… Tremendos eventos donde el hacktivismo se mezclaba con la experimentación, con el software libre y con la seguridad informática. Tremendos ratos.

Imagen del blog de AdaFruit

Cuando llegué a Sevilla no sabía qué era la economía social y solidaria y me voy siendo un experto

Llegué a REAS interesándome por el concepto de decrecimiento, y allí descubro un grupo pequeño de actores y actrices que desde un prisma que entendía bastante bien, por mi militancia cooperativista, priorizaban la solidaridad entre empresas y entre personas ante la otra economía (aquella que nos gobierna). Se defendía una economía no lucrativa, centrada en los seres humanos y en la naturaleza, con un respeto máximo y con la inclusión del concepto del amor como pieza clave de todo proceso de transformación.

Luego montamos en primer Mercado Social de Sevilla (que no una feria) en donde más de 40 organizaciones constituyen una red de consumo de productos y servicios éticos y solidarios. Y más allá del mero hecho de consumir, creando relaciones de confianza entre cliente y proveedor.

En esa red seguimos trabajando con todos los impedimentos que os podéis imaginar en una sociedad tan extremadamente mercantilizada.

Foto obtenida del evento BarrioAbierto.es

Cuando llegué a Sevilla no tenía pareja y me voy con una familia

Como pasa en el universo, en los momentos más inesperados surgen los hechos más sorprendentes. Y en ese marco fue donde conocí a mi actual pareja. Como me gusta decirle: “haces de lo cotidiano algo realmente inolvidable”. Y en esas seguimos, pero no solas sino con una encantadora niña que nos acompaña en la vida y amplifica nuestra felicidad. Esperemos que ella pueda ser todo lo feliz que han sido y son su madre y su padre.

Este es mi relato pero es también indirectamente el de todas aquellas personas que han formado parte de él. Un relato de construcción de contrapoder, cada vez más importante para sostener procesos revolucionarios. Y desde la humildad es básicamente en lo que he/hemos estado trabajando en los últimos 6 años y medio. Lo que queda por venir será similar pero tendrá otros tintes ya que cada territorio impregna a los movimientos de sus peculiaridades. Es lo bello de la diversidad.

Cuando digo “me voy siendo un experto” no me refiero tanto al nivel de conocimiento sino más bien al nivel de experiencia y pasión, y a cómo he vivido las cosas. Me gusta vivir intensamente. Siempre lo hago. Y lo seguiré haciendo, esté donde esté.

Ilustra Estudio Papagallo

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